Texto editorial por Efe Akabani
El Domingo 28/8, por la tarde, se realizaron las aperturas de los proyectos que fueron seleccionados para hacer residencias en la Cuarta Edición de Doce Veinticuatro. Cada proyecto decidió sobre su formato y modalidad de apertura mostrar su proceso en diferentes formatos. En primer lugar, Esquilo, montó su obra en proceso en una caja negra, utilizando el pelo como materialidad simbólica principal de su investigación performática. Luego, La Verborragia nos propuso una versión de su obra leída por sus protagonistas, en una disposición de living compartido.
ESQUILO
de Patricio Ruiz y Amalia Tercelán.
Esquilo nace de la desesperación por hallar un concepto que permita al cuerpo accionar frente a la falta de estímulos y la inercia que los meses de encierro provocaron y la falta de sentido que las muertes dejaron en este nuevo apocalipsis. Esquilo nace a partir de la invocación con la obra de Ana Mendieta, de la forma en la que se vinculaba con el pelo y con su cuerpo. Invocamos a las caídas como Kevin Fret, marica rapera asesinada en Puerto Rico y esas que el patriarcado peliagudo ha truncado. Invocamos como excusa La Orestiada y el reconocimiento de los hermanos a partir del pelo, mechón ritual en la tumba del padre. Nos preguntamos: ¿qué valor tiene el pelo en la humanidad? ¿Es una historia contada desde esa masculinidad de pelo en pecho la que nos ha formado? ¿Qué nuevas identidades pueden configurar los diferentes usos del pelo? ¿Cuáles han sido definidas a partir de él? Esquilo es lo vello/bello, lo púbico/público, un acto púbico; el pelo como rastro arqueológico de nuestra miseria, como escudo protector de nuestra miseria. La tragedia delas lampiñas o cuando se pone peluda la cosa. Esquilo es, principalmente, un corte al ras, un intercambio de pelos, una conferencia sobre la herencia enredada en nuestros capilares. La disertación fragmentada del sentido que encuentra en la estupidez de la coincidencia de llamarse Esquilo y la acción de esquilar, una posibilidad de hacer obra y habitar un presente interrumpido por definiciones, escenas, karaokes, flashes informativos.
LA VERBORRAGIA
de Ramiro Guggiari
¿Quién habla en medio de este mar de voces en que nos hemos convertido? ¿Qué otra verborragia, que la de ese flujo loco de imágenes que nos rodea: youtube, redes sociales, internet, imágenes mentales, publicitarias, referencias inasibles de un río incesante y abrumador? En ese paisaje desértico, paradójicamente superpoblado, evocado ahora desde la óptica retrofuturista de la televisión, Scheherezade es una conductora que emite su programa desde la Luna en el siglo XXVI. Y, como la mítica narradora de Las Mil y Una Noches, la portera de un umbral hacia la nada más allá de toda palabra, heroína trágica en una historia de soledad, esa soledad con la que todo fin-del-mundo es inevitablemente recibido. La verborragia es también un experimento escénico-audiovisual sobre la actividad del decir y del lenguaje como territorios fantásticos (creadores y destructores de Universos) en un mundo en crisis. La obra incluye momentos de acción en el espacio y otros de visionado en una pantalla en la que se proyectarán imágenes filmadas, y otras producidas por animación, como entorno de una dimensión sonora fundamental. Así, se buscará que la experiencia espectatorial pueda asentarse en su carácter específicamente auditivo. En general, lo que escucharemos es un “zapping del fin del mundo”, un montaje satírico-poético de textos, de modos de dicción, narración, representación, exposición, con el magazine lunar de Scheherezade como motivo recurrente enhebrando un relato distópico, en este ensayo escénico-filosófico sobre “el desierto de lo real” en el que nos encontramos: el de una contemporaneidad que, ¿quién puede negarlo?, nos afecta perturbadoramente (y cada vez más).