Primera etapa
Investigaciones performativas - Artes sonoras
Idea y creación: Daniel Bruno, Pablo Díaz
Producido por MAGMA Centro de Artes
Cuando dos almas vibran sobre la misma cuerda de la curiosidad no hay mucho más que hacer que tomarse de las manos y pisar en falso. Ver qué pasa en la caída, transitar el ritmo de los cuerpos acomodándose en el aire hasta tomar la forma de un pájaro y comenzar a planear: con lo que hay y con lo que no, y allí combinarse y separarse.
Ni nace ni perece, da cuenta de ese estado.
Un deseo nace en la búsqueda del placer, o quizás el placer es el que nos hace desear algo más tarde. De una u otra manera, desde el momento en que el silencio nos convocó en ocho minutos y sesenta y seis segundos de palabras lanzadas a un circuito de redes, desde el instante en que quince años atrás alguien tomaba en sus manos un libro de Shunryu Suzuki y quince más tarde alguien lo traía del recuerdo del otro como si el tiempo hubiese siempre estado atado de ambos extremos con un lazo color blanco como el ruido, desde ese momento supimos que ya habíamos dado un paso al costado de la cuerda. Ya estábamos intentando acomodarnos y tomar forma de algún pájaro, intentando planear, buscando la manera de que el tiempo de caída sea un tiempo de huída de la urbe, una burbuja frágil pero poderosa, liviana, dócil, flexible, transparente pero impermeable, un tiempo que se fusiona con la tierra en cuanto hace contacto con ella, dejando a la intemperie todo lo creado en su interior. Ya estábamos ahí, viendo qué había adentro y qué estábamos dejando afuera. Enterándonos que ser pájaro no se trata solo de cantar, descubriendo que teníamos que encontrarnos con la intención de ese canto, y con un lenguaje que nos iba a permitir transmitir una idea.
Texto curatorial - Pablo Díaz
“Podés contar con un contexto para crear”
atravesar un proceso de creación desde la nada,
con alguien,
sin saber hacia dónde, ni cómo, ni qué, ni nada,
pero con alguien,
una fusión de energías que con suerte empatizan y en una de esas brota algo.
Es sábado a la mañana,
nos comunicamos por mensaje de voz,
nos respondemos,
nos damos cuenta de que ambos audios tienen una duración de 4 minutos 33 segundos.
Sí, claro, como la composición de John Cage, una obra en donde la música la crea el entorno. Lo que suena resuena en los instrumentos, pero los instrumentos ¿suenan?
¿esto es un símbolo?
lo leemos como algo bello,
como un llamado a la siembra.
reconocimiento
Tenemos una grabadora portátil, nuestras bitácoras, no tenemos instrumentos. Solo hablamos.
Dani escribe:
“la primera conexión se da no a través de lo sonoro, sino del contacto corporal. “
“una vez que sucede el contacto físico hay un cambio drástico de dirección que surge de una sensación de despertarse.“
“la sensación de meditación sonora a través de lo estático”
“la caída de varios elementos de madera en el suelo”
Pablo escribe:
Si pusiese un micrófono que tome las sonoridades que se manifiestan mientras trabajo en una huerta, en la tierra, con las manos, o en algo que implique una relación física/corporal/carnal con el medio que nos contiene (y con el que dialogamos), donde la atención no está puesta en el resultado sonoro sino en algo más tangible, lo que escucharía luego sería algo así como una música perfecta.
¿por qué creo que esa música sería perfecta?
¿que la haría perfecta?
¿mi ignorancia frente a su manifestación en el momento de su manifestación?
¿en dónde estaría mi atención en ese momento, si no estoy trabajando con la tierra y estoy tocando un instrumento?
¿puedo tocar un instrumento y que mi atención no esté en tocar el instrumento?
¿pero entonces en dónde estaría?
en el sonido.
¿pero es posible estar en el sonido y que podamos no intervenir más de la cuenta en "tocar el instrumento"? >> wu wei >> podemos hacer música bajo el concepto de “no intervención” (wu wei)?
hacer música como se hace una huerta *(idea inspirada en un pasaje de Los Llanos, de Federico Falco)
hacer música como crece una planta
las plantas crecen por wu wei, es decir, no hacen esfuerzos para crecer, simplemente lo hacen
no hay un objetivo regido por el éxito.
Y si es increíble lo increíble es que nunca haya querido serlo. *(cita del libro Generación Dakou, de Yan Jun)
Dani comenta sobre un libro de Joan Miró. Cita:
“Considero mi taller como un huerto. En él hay alcachofas. Aquí patatas. Es necesario podar las hojas para que los frutos se desarrollen. En un momento dado resulta preciso cortar. Trabajo como un hortelano o como un vinatero. Las cosas vienen lentamente. Mi vocabulario de formas, por ejemplo, no lo he descubierto de una vez. Se formó casi a pesar mío.”
Continúa:
Reflexiono acerca de la práctica en la naturaleza, acerca de escuchar esa música perfecta, en los últimos años estuve muy inmerso en la práctica en distintos ambientes naturales; playa, bosque, patios, campos, lagos, cascadas, y hay una incomodidad que vuelve constantemente en esta idea de improvisar con la naturaleza en contra de improvisar en la naturaleza.
Ahí empieza una incógnita que surge a través de la idea de expresarse, imponer la voz, generar movimiento, en un espacio que parece estar en perfecta armonía. Cuando escucho el canto de los pájaros, el sonido de los árboles crujiendo cuando se balancean por el viento, escucho también una conversación milenaria del tiempo que se repite naturalmente, fluidamente.
Ahí es cuando me pregunto, ¿qué es lo que necesita activarse? ¿qué es lo que está dentro de mi cuerpo, que hace en ese lugar y que quiere seguir explorando?, ¿en qué cosas quiere seguir creciendo? En esa necesidad que propone el arte de invitarnos a ser parte de algo que es más grande que nosotrxs. Creo que la música, nuestro instrumento, es un vehículo, un medio para nuestro propio lenguaje. Intervenir este espacio, cambiar ese espacio, nos cambia a nosotrxs.
En google drive es posible hacer juntos en un mismo espacio pero a la distancia;
es así que mientras Dani escribe, Pablo escribe, en el mismo espacio, a la distancia:
Dani escribe:
¿Qué le importa al océano acerca de nuestra música, del estilo?
Los pájaros no saben nada sobre lo que estamos haciendo, pero así y todo, lo que hacemos es energía, y el punto es emerger, a través de nuestra energía.
Entonces, ¿cómo seguir explorando nuestro lenguaje cuando no hay una escucha activa de alguien, sino de la naturaleza…?, de nosotros mismxs, combinandonos con la naturaleza…? Por lo general siento que cuando me adentro en estas experiencias, es fácil quebrar el sentido de lo que viene sucediendo, cuando nos abalanzamos hacia él en contraste con palabras de otras personas, de otras culturas y otros tiempos. Al menos ese primer momento y esa manera de expresarse presenta ese primer problema.
Lo que realmente me importa es volver a entender, tal vez, que estamos viéndonos como algo ajeno a la naturaleza; de a poco nos olvidamos que es nuestro lugar y somos una misma cosa, con nuestra respiración y nuestras intromisiones.
Me resulta muy fácil creer que tocar no es necesario, que todo está en perfecta concordancia con el resto del universo y ahí es donde nos percibo ajenos a la naturaleza, que estamos yendo hacia ella, que escapamos de los hábitos de ciudad, contaminando lo que está sucediendo en un ecosistema, pero lo que me lleva a seguir creando y seguir trabajando es que todavía pienso que cada persona es distinta, y al ser distinta cada persona trae consigo su propio lenguaje. Hallar su propia expresión y desplegarla es parte de esa naturaleza que como comunidad estamos tal vez acostumbrados a bloquear.
Pablo escribe:
Creo que la naturaleza y lo que la compone (aquí dejo afuera a las personas), está en equilibrio, como decís vos. Una armonía a la cual no le falta nada en realidad. Nuestra intervención sonora en este caso en la naturaleza, puede entenderse como una alteración de ese equilibrio, o como una posibilidad más a la cual la naturaleza se adapta, acepta y se transforma.
Compromiso.
Pienso en eso.
Compromiso.
Si vas a alterar, ¿con qué necesidad? ¿con qué fin? ¿cómo lo vas a hacer?
Vuelvo a lo anterior. Creo que la forma de entendernos como parte de la naturaleza es interviniendo de una manera que conceptualmente se acerque lo más posible a la no-intervención, a la no-acción.
¡ey! ¡siempre va a haber una acción!
… sí, pero si el foco, la atención, y la finalidad no están puestas en el resultado de intervenir sino en una necesidad (la comunicación, la expresión de una sensación, etc), la acción se vuelve una no-acción en tanto no hay otro camino posible.
Es lo que tiene que suceder.
Un pájaro no canta para expresarse creativamente, tiene otra finalidad. Un llamado, una alerta, una expresión de miedo, etc.
...continúa Dani:
Si cada persona no se expresa, no comunica su mensaje, en su propio dialecto nadie va a hacerlo por ella, no sucederá jamás. Conectar con el aire, la tierra, el fuego, las piedras, quizás es fundamental para completar esta meta, y tal vez así ayudar a que las demás personas se sientan alentadas a comunicarse plenamente.
...al mismo tiempo Pablo escribe:
Acuerdo.
Esta sería nuestra finalidad, entiendo.
La expresión.
La expresión entonces sería nuestra no-acción, eso que no es posible que no suceda. Sucede.
Quizás lo que decís me hace pensar en: ¿qué contexto y espacio le damos en nuestra vida a esa expresión, a ese hecho inevitable? Y en cómo trabajamos con ella. Conectar con un medio en el cual nuestra finalidad (la expresión) se sucede de manera natural siempre en los términos de la no-acción, es alimentarnos, nutrirnos y aprender a expresarse sin una intención más que la de moldear de diferentes formas algo que inevitablemente sucede.
...formas que en nuestro caso se traducen en un
lenguaje propio
Daniel Bruno - Él
Daniel Bruno es un musico y artista de Buenos Aires Argentina. Investiga primariamente desde el trombón relaciones entre naturaleza y tecnología, cuerpo y sonido a través de la improvisación.
Pablo Díaz - Él
Músico, improvisador, artista experimental, performer y docente. Principalmente es baterista pero ha expandido su instrumento en búsqueda de trascender estereotipos y profundizar en la experiencia sonora. Co-lidera el sello independiente Nendo Dango Records, forma parte del equipo curatorial y de artistas residentes de MAGMA, y es docente en la EMC de Buenos Aires. Actualmente lleva adelante diferentes proyectos musicales y transdisciplinares.