P L A N T Í O #5

Entre vegetales y humanxs, entre huerta y coreografía. Recolecciones y cosechas de un encuentro compartido    

Coreografía diseminada   consecuencias incontrolables    impresiones impregnaciones

Diseminar  evoca el gesto y acción del sembrar esparciendo en todas las direcciones un puñado de semillas

 

 

"¿Cuando las plantas se volvieron coreógrafos de nuestras manos, de nuestros cuerpos, adaptándose y siguiendo a nuestras manos?

Tocar la tierra, su textura, tocar eso vivo que la genera que alimenta y que también ayuda a morir.

El aroma de las hojas nos da la espacialidad, el recorrido, los tiempos. Traer cavar sacar renovar cosechar limpiar trasplantar cortar plantar compostar nombrar también descubrir.

Y nos dejamos llevar, hasta terminar con nuestra tarea, más silenciosamente dejamos, la huella de esa danza compartida. " P.S.

 

"Las manos y los pies se conectan directa y conceptualmente con el trabajo en la huerta, los pies, las raíces, el peso inevitable que nos atrae al centro de la tierra, estemos donde estemos, es el mismo que experimentan las plantas, incluso ellas más de cerca que nosotres; lo experimentan desde adentro, más cerca al núcleo, al origen. Las manos, como flores, como hojas, que entran en relación a través del contacto sensible; el encuentro con la otredad vegetal, que experimenta lo mismo pero en un silencio ignorado por la humanidad.

Ensuciarse con tierra parece ser lo más cercano que podemos estar del origen del espacio que habitamos. La fusión del suelo que nos sostiene. Sostén y sostenidx entran en una danza indiferente para el ojo y el oído, pero allí suceden las mejores pinturas y las más extraordinarias piezas sonoras. " P.D.

                                                                "La magia y la papa" N.C.

 

"Recorro con las yemas entre tallos enredados,

un enjambre de ramas, hermanas del suelo,

proliferan continuadas fibras vitales.

 

¿Cuánto tiempo hará que va brotando ese linaje?

 

Separo el matorral con esmero quirúrgico

huelo mis dedos frotados en menta,

alambre verdoso, carne frutal.

 

Sentada al abrigo del viento de primavera,

un cobijo de hierbas inunda la piel,

se impregna ese aire de lo que fluye

como un oasis en el cemento urbano.

 

Me gusta la poda, me digo por dentro.

Los aromas, la tierra, las hojas

caladas, talladas, recortadas,

perejil y albahaca.

 

Es infinito el contorno que ofrece

el dibujo de sus historias.

 

Me levanto y como de lejos

l anzo semillas a un manto de tierra. 

Sonrío de sólo saber que ahora mismo surge un anhelo. 

Cuántas cosas sembramos sin recordar,

o sin duelar su fracaso. 

 

Prefiero no verlas a todas,

creer que es un manojo de granos

lo que cae sobre el terreno, 

y no un conjunto de ilusiones

que se disuelven silenciosas.  

 

Sembrar es crudo y el vértigo arrasa.

Cierro los ojos y siento un malón de semillas que pinchan mi puño

buscando rendijas por donde salir

como quien huye de un desenlace.

 

Pienso en el miedo de ser sembradas,

pienso en destino y futuro,

como cada deseo que llega

hasta donde lo guía el sol. " R.A.